jueves, 30 de octubre de 2014

Necios



Dicen que todo necio
confunde valor y precio.
Y por decir, también dejaron publicado
que, sin ser esencial, ni lo primero,
mejor lleno que, vacío y desolado,
está siempre el recurrido monedero.
Véndese el predicador, con mucha prisa,
si tintinea, musical, la calderilla,
pues cierto es que la pasta, entre lechones,
produce siempre ciertas erecciones...
Se vende el vocero,
se venden el clérigo y la puta,
y bendigo a la segunda,
se vende el presidente, el secretario,
se vende el sobrecargo, el timonel,
se vende el naúfrago.
Se vende el vendedor, que manda huevos...

Y aquí, el que no se vende,
está comprado.


Pero, pidiéndote disculpas por la broma y la tontada de estos versos, siempre nos encontramos con una bocanada de aire fresco cuando leemos a alguien, como tú, plantearse que, de verdad, hay siempre algo que no está en el mercado del dinero. Léase dignidad, por ejemplo.
¿Sabes? Siempre habrá gente honesta, incluso en el festival y la orgía actual, y reciente, de todos estos mamarrachos cuya meta en la vida no es sino acopiar la mera, o la pura y dura, pasta gansa.
Al fin, serán pasto de los zopilotes, como todo bicho viviente. Y no se llevarán en la barca de Caronte más que el reconocimiento de haber robado, y jodido, a sus vecinos, a sus conciudadanos, a sus correligionarios, a sus supuestos amigos, a sus súbditos, a sus compatriotas, a sus...
A sus etcéteras.
Valiente medalla de mierda les queda para la posteridad, dicho sea con todo el respeto que no me merecen.


Ba